Mi sombra, en la penuria,
confiesa haber vivido demasiado,
los días de lujuria
son parte del pasado
sobró deseo ayer, hoy consumado.
No puede haber antojo
que sea compatible con maduro.
Del sexo me despojo;
el tiempo es el bromuro
que actúa en desamor como un conjuro.
Te veo tan lozano,
apenas veinticinco o veintisiete,
y yo, tan veterano,
con un solo juguete
llevándote en mi yelmo de rodete.
Por interés estamos,
comparto de mi mesa lo servido
mientras los dos quepamos
que luego en lo comido,
cada boca verá su fin cumplido.
No busco ya tus besos,
aquellos que nos dábamos, tan tiernos.
Queremos, inconfesos,
vivir tiempos modernos,
llevar con dignidad los mismos cuernos.
miércoles, 9 de junio de 2010
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